«La literalización de la naturaleza significó la ruptura de su ambigüedad. Pues para las culturas tradicionales -no menos que para la imaginación romántica- la naturaleza siempre tiene dos filos, es a la vez amable y peligrosa, fértil y destructora, de este mundo y del otro. No sólo es la morada tradicional de los dáimones, sino que es en sí misma daimónica».

Patrick Harpur _El fuego secreto de los filósofos