«La muerte de Malachy Moore acaba pareciéndole un hecho mucho más grave
que el fin de la era Gutenberg y el fin del mundo. La pérdida del autor.
El gran problema de Occidente. O no. O la pérdida simplemente de un
joven de gafas redondas y gabardina mackintosh. Una gran
desgracia, en cualquier caso, para la vida interior de la vida y también
para todos aquellos que aún desean utilizar subjetivamente la palabra,
tensarla y estirarla hacia miles de conexiones de luz que quedan por
restablecer en la gran oscuridad del mundo.»